Cada vez es más común que muchos hogares disfruten de la compañía de un loro. Esta pequeña mascota no suele presentar demasiados problemas a lo largo de su vida. Además, es un ave exótica muy divertida que, con paciencia y un poco de insistencia, aprenderá sin ninguna dificultad a hablar y a imitar el lenguaje humano.
Son muy inteligentes y crean fuertes lazos con sus dueños. Si estás pensando en adquirir uno de estos pájaros tienes que dedicarle tiempo, ya que necesitan mucho entretenimiento y compañía. No obstante, es muy frecuente que muchos propietarios no presten las atenciones adecuadas al animal y éste pase una vida aburrida y sin estímulos. Precisamente, esta falta de responsabilidad es una de las causas más usuales por las que el loro puede enfermar.
¿Cómo lo consiguen?
Ya en la antigüedad se conocía la capacidad de imitación del lenguaje humano que desarrollan los loros. Expresivos y de voz fuerte, llegaban a articular palabras o frases aprendidas. Sin embargo, en aquel entonces se pensaba que era una actividad repetitiva y no le daban la importancia que se le da hoy en día.
Asombrados ante su intelecto, los científicos no paran de estudiar la capacidad de relacionarse que poseen. Hasta ahora se sabía que utilizaban su siringe, órgano vocal de las aves que se encuentra situado entre la tráquea y los bronquios. Actualmente, se conoce que su lengua, a través de pequeños movimientos, puede dar forma al aire y diferenciar sonidos, de una forma muy similar a la del hombre.
Los mejores candidatos
El que un papagayo llegue a hablar depende de múltiples factores: la edad, la personalidad, etc., pero al igual que ocurre con otros animales, los que son más despiertos y están atentos a todo lo que ocurre a su alrededor suelen aprender con mayor facilidad. Además, si es macho y de corta edad, el aprendizaje será más fácil.
El mejor imitador que existe es el Miná del Himalaya, que aprende gran cantidad de palabras e imita en cualquier lugar y momento. Los papagayos por el contrario, hablan en los lugares dónde se sienten seguros. De entre las psitácidas, el rey es el Yaco o Loro Gris Africano. A partir del año de edad, estos loros de gran tamaño parlotean sin parar; primero repitiendo algunos sonidos, y luego reproduciendo frases enteras.
Las Amazonas, de cuello amarillo, de frente amarilla o de cuello azul, son otro grupo con gran capacidad de imitación. Estas aves simulan los sonidos igual que los niños y también les encanta emular las risas. Igualmente las ninfas o carolinas son muy habladoras, mientras que otras aves como las cotorras y alguna especie de periquitos, si se las entrena desde el primer momento, llegan a hablar.
Comienzan las clases
pájaroAntes de iniciar la enseñanza tienes que prepararte y tener paciencia. Enseñar a un loro a hablar se convertirá en una experiencia fantástica o realmente desesperante. Lo más difícil quizá será que aprenda la primera palabra: puede tardar días, semanas, meses o incluso, puede darse el caso de que nunca llegue a hablar.
Para que aprenda una palabra tienes que repetírsela diariamente. Al principio, cada clase durará una media de diez minutos. Tienes que intentar que no se aburra porque si no sonido estaréis perdiendo el tiempo los dos. Trata a tu ave como si estuvieses con un niño, insiste en las frases sencillas o en los objetos que normalmente le llaman la atención, así aprenderá más rápido. No olvides premiarle con una recompensa, puesto que te lo agradecerá y su estimulo crecerá.
Intelecto extraordinario
A veces, esta asombrosa facilidad para hablar puede derivar en situaciones ciertamente cómicas. Entre las numerosas imitaciones que el loro realizará, estarán también sonidos cotidianos como el tono de tu teléfono móvil o el del timbre de tu casa, consiguiendo en ocasiones que te llegues a confundir.
Los resultados que obtienen en su particular aprendizaje son increíbles. Comprendan lo que dicen o no, en sólo un par de años muchos de estos ejemplares consiguen aprender una media de entre 200 y 250 palabras, y además, son capaces de utilizarlas en los momentos adecuados. Quizá esta rápida manera de asimilar se deba a que los loros necesitan verse integrados en el grupo al que creen pertenecer; en este caso, tu familia.
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